El Festival de cine de Sitges, de mal en peor
13 Oct
Soy una asidua, siempre que se puede, al Festival Internacional de Cinema de Catalunya (anteriormente conocido como Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges). Pero cada vez se lo montan peor y este año ya ha sido para darle una patada en el culo trasero a alguien.
La semana pasada se proyectaba «Repo:The genetic opera» y la productora canceló en el último momento el pase de prensa previsto para la mañana del sábado (4/10/08) «para reforzar las medidas de seguridad por ser una de las películas más esperadas por las redes de piratería». Y por el mismo motivo en el pase «para la plebe» (nosotros, el público) nos sometieron a un chequeo de bolsos y mochilas, con cacheos y vaciado de bolsillos, requisando camaras de video, de fotos y móviles, lo que retrasó una hora el inicio de la sesión.
No sé, de verdad esperaban que grabara la película con el móvil o la cámara de fotos (sin batería)? ¿Qué calidad tendría eso? ¿Quién iba a quererlo?
Pero la gota que colmó el vaso fue este viernes (10/10/08). En el cuadro de la programación estaba prevista para las 22.45 la película «¡Déjame entrar!» junto con un corto y según ese cuadro todo esto terminaba a las 0.15. Eso es algo WTF teniendo en cuenta que la película dura 2 horas, que antes hay una presentación con el director y que hay que sumarle el corto. Todo eso sin mencionar que no le dieron al «play» hasta 40 minutos más tarde.
Con toda esta historia acabamos saliendo del cine a la 01:15, que era la hora a la que empezaba el maratón «La noche más zombie» en otra sala en otra punta del pueblo, así que después de llegar corriendo y con la lengua fuera, todos los que teníamos entradas para una experiencia zombie (que eramos bastantes) nos quedamos con cara de tontos cuando en la puerta de la sala nos dijeron que «una vez empezada la película no se puede entrar». El hombre tenía toda la razón del mundo, pero nosotros también.
Al final, entre proyección y proyección nos dejó entrar. Pero eso no cambia mi opinión sobre la mala organización. ¡Un poco más y nos quedamos fuera!
Todas las películas que he ido a ver este año, todas sin excepción, se han proyectado como mínimo con 30 minutos de retraso. Pero eso no es nuevo, ya viene de años anteriores. Así que, a partir de la experiencia, se podrían programar las cosas con un poco más de vista. No solo hay que contar la duración de la película: también lo que tarda la gente en entrar a la sala, en salir de ella, las presentaciones, las charlas, los posibles imprevistos… Es de cajón. ¿No?
Pagas la entrada bastante más cara que en un cine normal, te proyectan las películas con un retraso más que considerable y encima te tratan como a un delincuente. Y luego «nosotros somos el festival». ¡Muy bonito!
Ala, tenía que decirlo.
Y de parte de mi padre: «Angel Sala, dimisión«.
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